RADICALES LIBRES
Nuestro organismo utiliza los alimentos para producir energía de la misma forma que se produce energía y calor al quemarse la leña de una chimenea. En ambos procesos se quema oxigeno y a esto lo denominamos “oxidación”. En la chimenea, después de quemarse la leña queda como residuo la ceniza y dentro de las células de nuestro organismo lo que queda son los radicales libres. Se trata de moléculas con una característica especial que las hacen ser muy reactivas y dañinas. Actúan como antorchas en relación con los tejidos del cuerpo pues queman todo lo que tocan.
¿Qué son los radicales libres?
Lo cierto es que, al igual que la fruta que se queda al aire libre, nuestro organismo también se oxida. La oxidación es un proceso inherente a la vida. Necesitamos oxigeno para vivir y ese oxigeno no es inocuo. Conocemos su efecto en los metales, maderas y piedras expuestas al aire. Simplemente se oxidan de forma gradual por culpa del oxigeno, pues bien, esa degradación que vemos con nuestros propios ojos, en el exterior, se produce también en nuestro interior con el oxigeno que inhalamos.
Los radicales libres son átomos o grupos de átomos que tienen un electrón (e-) desapareado en capacidad de aparearse, por lo que son muy reactivos.Estos radicales recorren nuestro organismo intentando robar un electrón de las moléculas estables, con el fin de alcanzar su estabilidad electroquímica.
Una vez que el radical libre ha conseguido robar el electrón que necesita para aparear su electrón libre, la molécula estable que se lo cede se convierte a su vez en un radical libre, por quedar con un electrón desapareado, iniciándose así una verdadera reacción en cadena que destruye nuestras células. Los radicales libres no son intrínsecamente malos. De hecho, nuestro propio cuerpo los fabrica en cantidades moderadas para luchar contra bacterias y virus. Los radicales libres producidos por el cuerpo para llevar a cabo determinadas funciones son neutralizados fácilmente por nuestro propio sistema.
En palabras más simples podemos señalar que un radical libre es una molécula inestable, que lucha por estabilizarse en perjuicio de otras moléculas a las cuales les roba un electrón desestabilizándola, provocando una reacción en cadena que daña al organismo favoreciendo la aparición de enfermedades y acelerando el envejecimiento
Entonces, ¿nuestro propio organismo fabrica los radicales libres?
Existen dos tipos de radicales libres:
Los internos:
el ejercicio muy intenso,
el stress,
los propios del metabolismo.
Los externos:
Alimentación con grasas animales (salvo los pescados de mar) y saturadas
Frituras
Insuficiente aporte de nutrientes en la dieta
Radiaciones ultravioletas A y B; rayos X
Cigarrillo
Drogas
Metales pesados (plomo, cobre, hierro)
Exceso de alcohol
Radiaciones y polución ambiental, pesticidas
Edad
Inactividad física y obesidad
Si este proceso no se neutraliza podría llegar a provocar lesiones graves a nuestros tejidos y órganos. Nuestro organismo se ha dotado a lo largo de la evolución de los mecanismos necesarios para neutralizar los radicales libres que se forman en el proceso metabólico. Enzimas antioxidantes naturales como la superoxido dismutasa (rica en cobre, zinc y manganeso), la glutatión peroxidasa (rica en selenio) y la catalasa. El problema es que, además de los radicales libres que se producen en el proceso de metabolización de los alimentos, el hombre debe luchar con otro buen número de radicales libres de procedencia exterior: ozono, los pesticidas, la contaminación ambiental, el humo del tabaco, los tóxicos químicos que hay en los alimentos, etc. De modo tal que es necesario complementar nuestra producción natural de antioxidantes merced una dieta nutritiva y equilibrada con la ingesta de algunos nutrientes cuya capacidad antioxidante está comprobada. Es el caso de los polifenoles, los flavonoides, los iridoides, las vitaminas C y E, el betacaroteno la cisteína, la taurina, la coenzima Q10, el zinc, el manganeso, el hierro, el selenio y el cobre. Sustancias, todas ellas, ampliamente presentes en las frutas, verduras, legumbres, cereales integrales y frutos secos. El problema es que con el actual sistema de alimentación la mayoría de la gente no consume suficientemente esos productos.
¿Cuáles son las consecuencias del exceso de radicales libres en el organismo?
El binomio “radicales libres antioxidantes” como sinónimo de “enfermedad salud” se ha consolidado en la literatura científica.
Envejecimiento: producido por la acumulación a lo largo de los años de radicales libre, consecuencia de esto las membranas de las células epiteliales se modifican, y así se ve dificultada la nutrición de la piel, por otro lado también se ven dañadas las células de colágeno y elastina, entonces la piel pierde firmeza y elasticidad.
Problemas en el sistema cardiovascular: se ve favorecida la aparición de arterioesclerosis por el endurecimiento de las paredes arteriales. El endotelio es el responsable de mantener el equilibrio entre los procesos de trombosis-fibrosis y vaso dilatación-constricción. La oxidación por el exceso de radicales libres afecta a la pared endotelial, no pudiendo realizar sus funciones correctamente. La captación de LDL se ve afectada también y por esta razón las LDL quedan en el torrente sanguíneo.
Problemas en el sistema nervioso: el impulso nervioso se ve disminuido, al igual que los reflejos, la memoria y el aprendizaje, si disminuye la irrigación sanguínea a nivel del sistema nervioso se puede llegar a padecer demencia senil.
Cáncer: los radicales libres producen daño en el ADN, lo que se manifiesta como un crecimiento anormal de las células de un determinado tejido.
Cataratas: modificación irreversible en las proteínas de la retina, esta enfermedad ocular es propia del envejecimiento, más de la mitad de las personas a los 80 años tienen cataratas o han tenido una operación de cataratas.
Numerosas enfermedades se han vinculado al estrés oxidativo, además de las señaladas se pueden mencionar la enfermedad de Parkinson, enfermedad de Alzheimer y otras demencias, diabetes, artritis, enfermedades autoinmunes, inflamaciones crónicas y otras. Asimismo, el proceso biológico del envejecimiento se acelera en relación directa con la magnitud del estrés oxidativo.
¿Qué es el estrés oxidativo?
El estrés oxidativo ocurre en los organismos que, por mala nutrición, enfermedad u otras causas, pierden el equilibrio entre radicales libres y antioxidantes, por lo que se puede desencadenar un daño irreversible que, si es muy extenso puede llevar a la muerte celular.
¿Cómo combatimos a los radicales libres?
A la permanente producción de radicales libres que dañan estructuras biológicas, el organismo opone la acción de antioxidantes que lo protegen.
Cuando el equilibrio entre radicales libres y antioxidantes se pierde en favor de los primeros, se desencadenan procesos dañinos que se asocian al desarrollo de las numerosas enfermedades que se han mencionado.
El sistema antioxidante provee al organismo de defensas contra la acción dañina de los radicales libres. Estas defensas son múltiples, variadas y operan en diferentes niveles y momentos. La salud de las personas se relaciona con el adecuado balance oxidativo. Es decir, que radicales libres y antioxidantes se equilibren en modo tal que se minimice el daño y se retarde la aparición de enfermedades.
Una muy importante defensa contra los radicales libres ingresa con la dieta, ellos son los antioxidantes:
La protección que debemos tener para evitar el aumento de los radicales libres en nuestro organismo que aceleran la rapidez de envejecimiento y degeneración de las células de nuestro cuerpo es el consumo de antioxidantes naturales tales como el beta caroteno (pro-vitamina A) presentes en la zanahoria, mango, tomates, melón, melocotón, espinacas.Vitamina E (tocoferol) es un antioxidante que mantiene la integridad de la membrana celular, protege la destrucción de la vitamina A, previene y disuelve los coágulos sanguíneos y retarda el envejecimiento celular, proviene principalmente de los aceites vegetales, de las nueces, cereales, y vegetales grasos (maní, maravilla, aceitunas) Se encuentra en muchas frutas y vegetales tales como: El aguacate, camote, espárragos, espinacas, tomates, brócoli, moras y zanahorias.
La vitamina C (ácido ascórbico) es otro de los antioxidantes naturales que destruyen el exceso de radicales libres. Necesaria para producir colágeno, importante en el crecimiento y reparación de las células de los tejidos, encías, vasos, huesos y dientes, y para el metabolismo de las grasas, por lo que se le atribuye el poder de reducir el colesterol. Investigaciones han demostrado que una alimentación rica en vitamina C ofrece una protección añadida contra todo tipo de cánceres. Además de la prevención del resfriado común y el fortalecimiento de las defensas del organismo. Las fuentes alimentarias de la vitamina C son (de mayor a menor contenido): Grosellas, pimiento verde, kiwi, limón, fresas y coliflor, coles de bruselas, naranjas, tomates, nabo y melón.
POLIFENOLES. Grupo importante integrado por numerosos compuestos presentes en la naturaleza. En su mayoría son potentes antioxidantes. Provienen de frutas y verduras, como manzanas y cebollas, y de bebidas como té y vino. Se absorben en grado variable en el tubo digestivo y se detectan en la sangre
Un estudio demostró que comer 100 gramos de manzana fresca con piel proporciona la misma cantidad de antioxidantes que 3 pastillas de vitamina C de 500 miligramos cada una.
“Comer frutas y verduras es mejor que tomar una pastilla de vitaminas ya que puedes obtener suficientes antioxidantes de los alimentos sin preocuparte de la toxicidad” Dr. Rui Hai Liu (laboratorio de alimentación Universidad de Cornell).
Rafael Jiménez Lira
Nutricionista (Msc)